¿Queremos todos alcanzar la versión más optimizada de nosotros mismos y llevar nuestro potencial al máximo para hacer algo épico? ¿O acaso nuestros sueños se verán cumplidos mientras nos apalancados en el sofá, dándonos un atracón de nuestra serie favorita? ¿Por qué existe tal contradicción entre la vida memorable que anhelamos y lo que realmente hacemos con nuestro tiempo?

El Reverendo Sun Myung Moon enseña que el primer paso fundamental para nuestro crecimiento espiritual es vivir con intencionalidad. Es decir, armonizar las contradicciones de nuestra mente bajo la orientación de nuestra conciencia (que es aquello que nos conecta con nuestro verdadero propósito e identidad, buscando crecer en beneficio de la persona y del conjunto):

“Como nuestra mente es cambiante, nuestro rumbo también varía; y como nuestro rumbo varía, nuestro propósito también cambia. No se puede cumplir con un propósito concreto cuando tu mente está cambiando. Ya de por sí, no es nada fácil tratar de cumplir una meta con una mente centrada, ¡aún más difícil si ésta cambia constantemente de parecer! Necesitamos una mente estable”.

Si buscas un cambio en la vida para ver tus sueños cumplidos, has de empezar por lo básico: entrena tu mente. Nuestra mente está dividida porque sus preferencias van cambiando. Por ejemplo, la mente puede conformarse con lo material o en cambio, ir más allá de lo puramente físico.

La mente centrada en deseos pasajeros, que te animaría a comprar el último modelo de móvil o un bolso nuevo, tiende a dar prioridad al comfort y a desear insaciablemente. De ahí, el peligro de un estilo de vida consumista. Pero la mente más abierta a lo espiritual, al ser interior, no le satisface la felicidad momentánea, y desea adoptar una visión más amplia. El resultado se asemeja a esas dos voces dentro de ti, que te hacen dudar entre lo que te apetece, y lo que deberías de hacer.

Alcanzar una mente equilibrada suele asociarse al resultado de prácticas un tanto extremas, como sería una huelga de hambre, duchas de agua fría, o la negación de comodidades. Pero, ¿y si fuese más accesible de lo que pensamos? Cambiando nuestra mentalidad y nuestra forma de vivir, podemos llegar a ser alguien que se atiene a sus principios para ir más allá de la satisfacción instantánea, y así vivir de manera más profunda y consciente. ¿Cómo podemos hacer de esto una realidad?

Teniendo una buena razón
Le damos un propósito a aquello que nos entusiasma. Ansiamos hacer cosas cuando sentimos que realmente valen la pena. ¿No es más fácil levantarse por la mañana cuando sabes que algo emocionante va a ocurrir ese día: visitar a un amigo, irte de viaje o ver esa película tan esperada? Cuando nuestra mente se implica en lo que hacemos, nos llenamos de fuerza.

¿Es posible encontrar una finalidad a cualquier cosa que hagamos? Sólo hay una manera de averiguarlo. Cuando te levantes piensa en algo que te pueda motivar. Si no tienes nada, ¡planéalo! Es como empezar una dieta con recetas que no sean sólo sanas sino también apetitosas. Encuentra una buena razón para cada cosa que hagas.

Planificando con antelación
Cuando se acerca la hora de acostarse, las ganas de dormir se hacen más fuertes. Pero puede ser un buen momento para preparar el día siguiente: concédete 60 segundos para hacer una lista sobre lo que quieras cumplir ese día. ¡Lo agradecerás cuando te levantes!

Siendo proactivo en vez de reactivo
Está claro que no siempre saldrá todo como planeaste. Cuando llegue algo inesperado, intenta no reaccionar negativamente. Quejarte sin tomar responsabilidad o tomarte los malos resultados de forma personal, sólo empeorará la situación. Respira hondo y recuerda que Dios siempre te acompaña. Responde proactivamente: convierte el desafío en una oportunidad para crecer y ahorrarse un enfado innecesario.

Menos caprichos
En una sociedad consumista como es la nuestra, se tiende a recompensar cualquier esfuerzo por pequeño que sea. En vez de despilfarrar en ese deseado café con extra de nata y caramelo, despilfarra en tiempo de reflexión. El haber hecho esto te sacará al menos una sonrisa, y eso es suficiente recompensa. Cuanto más lo hagamos, más valor le daremos a esos momentos reflexión con Dios y más los buscaremos.

Si nuestras intenciones son claras, y no nos dejamos arrastrar por las olas de la incertidumbre, seremos capaces de superar con mayor facilidad las pequeñas tentaciones, ser más fuertes, más disciplinados y contribuir al bien común.

¿Qué trucos utilizas para vivir con propósito? No dudes en compartirlo con nosotros en los comentarios 🙂