Al parecer, la mayoría de la gente coincide en que realmente vale la pena el esfuerzo de amar a los demás, y la mayoría de nosotros aspiramos al menos de forma conceptual al amor incondicional. Muy bien, pero entonces ¿por qué es tan difícil amar? Todos queremos amor incondicional, pero en la práctica,  sentimos que es algo demasiado elevado como para ser aplicado a las situaciones mundanas; esto por definición significa que nuestro amor es condicional. Quizás pueda sorprenderte, pero en realidad, el amor incondicional es la manera lógica de amar.

¿Alguna vez te has arrepentido después de ofrecerte a lavar los platos? ¿Alguna vez has esperado recibir algo a cambio de una acción que has hecho de forma «altruista»? La mayoría de nosotros hemos sentido esto alguna vez. De hecho, es muy natural esperar recibir al menos una bonita sonrisa como pago a un favor. Entonces, ¿cómo podemos manejar nuestros sentimientos si no sucede lo que esperamos? ¿Cómo podemos conseguir dar un paso adelante en la búsqueda del amor incondicional?

(Re)planteando el Amor

¿Qué pasa si le damos la vuelta al concepto amor desde la base? Por lo general, pensamos que el amor comienza en uno mismo, y emana hacia los demás. A ama a B ¿cierto?. Bueno ¿y si le damos la vuelta y pensamos que el amor parte desde la otra persona?

El Padre Moon dice que: «Antes de que la acción pueda tener lugar, debe haber primero un sujeto y un objeto». Esto significa que debe haber dos partes dispuestas a compartir la experiencia dinámica del amor. Sin alguien a quien amar no hay forma de empezar, y la energía no fluye. Lo que nos está diciendo es que para que el amor verdadero se manifieste, debemos enfocarnos en la necesidades del otro, nuestro objeto de amor; simplemente porque le queremos. Ésa es la forma lógica de amar. Probablemente comprendamos esto de forma intelectual,  pero ¿con qué frecuencia realmente lo practicamos?

Ejercicio práctico para la semana

Supongamos que nos hemos ofrecido de forma voluntaria para hacer la colada en casa. Hemos dejado todo impoluto y doblado pulcramente las camisas. Nos sentimos bien y permanecemos en silencio a la espera de algún gesto de agradecimiento. O tal vez, que estamos haciendo favores de manera reiterada a nuestros amigos y estos no son devueltos ni correspondidos en la medida esperada. En ese momento, podemos centrarnos en sentir la energía positiva que nos aporta saber que hemos hecho un bien a alguien sin importar lo que hemos obtenido a cambio. Lo cierto es que es algo que todos podemos hacer, pero para muchos de nosotros, es como levantar peso con un músculo poco ejercitado. Así que ¿y si empezamos por algo simple? Vamos a detallar un ejercicio práctico.

Estés donde estés en este momento, haz el compromiso de ayudar al menos a una persona al día sin que esta lo sepa. Quizás al hacerlo, te des cuenta de que ya hacías cosas así sin darte cuenta, pero ahora, vamos a hacerlo de forma más intencionada. Recuerda lo visto anteriormente, el amor comienza en los demás, piensa en lo que necesitan. Puedes proponerte el llevar a cabo esta práctica durante 7 días y ver qué aprendes de tu capacidad de amar incondicionalmente y en qué medida puedes extender ese potencial.

Para terminar, es natural querer recibir energía positiva de la acción de dar y tomar, pero de momento, tenemos que conseguir el hábito de practicar el amor incondicional; tenemos que practicar el amor sólo pensando en la otra persona. Incluso si el acto pasa desapercibido, te hará sentir bien y sentirás que estamos hechos así, somos criaturas que llevan de forma innata la cualidad de amar incondicionalmente.