¿Cómo convertirme en una persona que mi pareja o mi futura pareja pueda querer?
Hollywood nos ha hecho creer que a esa pareja ideal la tenemos que encontrar. Pero una vez que has tomado la decisión de embarcarte en el viaje espiritual que supone vivir una vida centrada en Dios, hay mucho más  en juego que simplemente la suerte de encontrar un príncipe/princesa azul.  El camino que recorremos para construir nuestra propia fe es la preparación para lo que los unificacionistas consideran como el último viaje espiritual, la vida en pareja. En nuestro matrimonio hacemos uso de los llamados “valores esenciales” — vivir por el bien de los demás, construir una familia global y crear  unidad entre religiones y fronteras culturales—  en nuestra vida diaria.
Igual que se dice que la felicidad no se encuentra sino que debe ser creada,  nuestra “alma gemela” no es alguien al que necesariamente estamos destinados a encontrar, sino alguien con el que trabajamos para crear una relación que pueda superar la prueba del tiempo. ¿Cómo podemos empezar este camino para crear nuestra alma gemela?

Primero, y más importante, incluye a Dios
La idea original que Dios tenía en mente al diseñar el amor era que un hombre y una mujer crecieran hasta madurar para así unirse en matrimonio, educar a sus hijos en una familia amorosa, y contribuir a la sociedad para crear un mundo mejor. Un matrimonio que usa a Dios como principal eje en su vida diaria va más allá del deseo básico de preguntarse “¿cómo puedo sentir amor de mi pareja” para preguntarse “ ¿Cómo podemos mi pareja y yo ayudar a crear un mundo mejor?” Cuando una pareja como ésta última contrae matrimonio, entienden que su unión no es sólo para el bien suyo propio, sino que forman un puente entre sus dos familias, culturas, y forman el fundamento para educar a sus hijos como futuros líderes del mundo.

En vez de  desarrollar un amor que busca siempre saciarse, deberíamos pensar en qué es lo que podemos ofrecer a los demás.  No hay que esperar a tener pareja para empezar a vivir este principio.  Estando todavía solteros podemos centrarnos en llegar a ser la mejor versión de nuestra persona que cualquier persona pueda amar. Podemos empezar a crear una idea de lo que queremos alcanzar con nuestra futura familia y buscar a alguien que comparta nuestros ideales. Podemos reflexionar sobre cuestiones tales como ¿cómo podré inspirar a los demás con mi futura familia? ¿Qué rol jugará mi familia en la creación de un mundo mejor?

Conviértelo en un asunto familiar
Aun siendo las decisiones sobre nuestro camino espiritual un asunto individual, no podemos experimentar un crecimiento interno  sin la ayuda de los demás. Aprendemos constantemente de aquellos que nos rodean a la vez que recibimos  apoyo. Cuando llegue la hora de elegir una pareja para el resto de nuestras vidas, puede servirnos de ayuda tener a alguien más que nos guíe aparte de nuestra propia opinión.
En las familias unificacionistas, los padres juegan a menudo un rol muy importante a la hora de encontrar pareja para sus hijos, de manera que se comunican con otros padres y establecen una estrecha relación con su hijo. ¿Quién mejor que nuestras familias— aquellos que nos han cuidado toda la vida y nos conocen mejor que nadie— para ayudarnos a crear una unión con la persona adecuada?
Si tomamos un tiempo para sentarnos con nuestros padres y hermanos, o cualquier otro alguien al que le consideremos como de nuestra familia, podemos ganar claridad al preguntarnos “¿Con qué tipo de persona mejoraré mi personalidad?, ¿En qué es importante que me fije al buscar un futuro marido o mujer?, ¿Qué cualidades personales puedo ofrecer a mi futura pareja y en qué tengo que trabajar todavía para estar preparado?” Cuando contraemos matrimonio ésta dinámica en familia continúa, pues aún podemos beneficiarnos de la contribución de las dos familias que buscan apoyar a la nueva pareja.

El amor no es un sentimiento, es una decisión
El romance, el amor y la pasión son hechos importantes formando la ecuación de la pareja y una parte muy bella de la vida, pero puede que no aparezcan en el orden que desees. El centrarse primero en el compromiso y en la construcción de una visión espiritual conjunta se crea el fundamento para una relación más profunda  en vuestras vidas. La intimidad verdadera y floreciente empieza no físicamente sino espiritual, mental y emocionalmente.
En vez de la típica frase “caer enamorados” (fall in love) usemos la alternativa “crecer enamorados” (grow in love), pues caer enamorados da a entender que el amor puede “decaer”, mientras que si crecemos en amor, éste siempre se estará expandiendo. Crecer en amor es una decisión que hacemos sin importar cuánto tiempo hayamos estado ya juntos con nuestra pareja.  El tipo de amor que cubrirá distancias.
Es posible que nuestra alma gemela no sea un héroe/heroína de las películas de Hollywood, ¡pero no hace falta apostarnos mucho a que nosotros tampoco lo somos! Toma tiempo para meditar en cómo puedes fomentar el crecimiento en tu relación- presente o futura. Piensa, ¿cómo puedo ser una persona que mi futura pareja pueda amar? ¿Cómo puedo ver mi relación desde el punto de vista de Dios— como un puente entre familias, que fomenta la paz y que crea un ejemplo para las futuras generaciones?
Piensa en las cualidades que te gustaría encontrar en tu futura pareja, luego intenta fomentarlas en ti mismo. ¿Qué cualidades crees que son las más importantes?